martes, octubre 21, 2008

La televisión no lo filma

La televisión no filma aquello que no ‘vende’, es decir, que no alimenta el apetito consumista del espectador actual. Sumido en un espíritu mercantilista, el hombre moderno comenzó por sobrecodificar su existencia para dar paso a una resemantizacion de su entorno y lo que le rodea. De esta manera, se le ha otorgado una nueva forma a lo ya formado: actualmente todo tiene no sólo un valor de uso, sino un valor de cambio; con los símbolos ha sucedido lo mismo, el matrimonio, el amor, la justicia, el sexo, la guerra –entre otros–, han adquirido también un valor de cambio. Estas circunstancias inevitablemente provocaron en ‘lo humano’ una fragmentación, y como consecuencia han inducido en el espíritu una necesidad de sentido más fuerte. Ahora en la mirada hay una brecha: cuando se detiene en sí misma, lo que ve no la satisface, pues la herida interna sigue sin sanar, y al momento de dirigirse al otro ve algo tan similar a lo que ha encontrado anteriormente, que opta por exigir más de aquello que percibe; esto último se traduce en una manía de buscar en lo ajeno lo que no se encuentra en lo propio. La modernidad, entonces, tanto nos ha devastado como seres humanos –y tanto nos hemos sobrecodificado– que lo único que rige nuestras vidas hoy en día es la insuficiencia, y esta deviene morbosidad, aberración, violencia, crueldad, sometimiento, dominación: deviene necesidad de ‘sentir’ y en ultimas de ‘vivir’ más, esforzándonos siempre por experimentar un extremo, un límite: el fondo del vaso.

El humano se ha olvidado de sí mismo, y por más que hable y predique la importancia de su reencuentro, no es un proceso en lo absoluto sencillo. Los despoetas y los ainformadores son un gremio que predica esta unión, esta –según ellos– necesaria revuelta al ‘mundo original’ en el que éramos conscientes de nuestra pertenencia al ‘todo’, y de nuestra participación activa como parte en lo ‘uno’. De tal manera, estos personajes abogan por la recuperación y el recuerdo de la intrahistoria, es decir: la historia que la historia relatada por los medios de comunicación (prensa escrita, visual o auditiva) no ‘cuenta’.


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