miércoles, octubre 08, 2008

Crítica a "Tumaco Pacífico", documental dirigido por Samuel Córdoba

La 10ª Muestra Internacional Documental llevada a cabo en Bogotá del 22 al 28 de septiembre de 2008, se ofreció como espacio de discusión en torno al género cinematográfico partiendo de diversas manifestaciones socioculturales según la procedencia de cada pieza. Tumaco Pacífico, película del director colombiano Samuel Córdoba, hizo parte de este festival dentro de la selección nacional. El martes 20 de septiembre, Córdoba fue invitado por Catalina López –docente que imparte Cultura Digital, asignatura de la malla crediticia del énfasis editorial del Departamento de Comunicación Social– a la Pontificia Universidad Javeriana para compartir un espacio con sus alumnos. Una de las preguntas que surgieron en la discusión posterior a la proyección fue si el director había tenido alguna pretensión altruista al imaginar y elaborar el documental, lo cual negó respondiendo que se había limitado a seguir su intuición y su deseo de enseñar la forma de vida y pensamiento de la comunidad tumaqueña.

Sin embargo, la respuesta es incierta. Si afirmamos que el documental fue construido sin haber pensado una estructura, y que cada escena fue mero producto de la casualidad o el destino, correríamos el riesgo de entrar en una contradicción; tras ver el video queda algo claro: su director no pudo simplemente tener un presentimiento como consecuencia del asombro que le produjeron –según contó– un par de fotografías de los palafitos en Tumaco; lo primero que le debió haber suscitado la lectura de esas imágenes fue una demanda o exigencia ante dicha realidad.

No es verosímil que Córdoba procure una posición apolítica dentro de este trabajo, pues se debe recordar que Tumaco, en la costa pacífica colombiana -según la sinopis oficial del documental- "es una ciudad superpoblada y subdesarrollada que ha sido fuertemente azotada por la violencia; habitada principalmente por afro-colombianos, miles viven en palafitos sobre trozos de mar inundados de basura". Así, no son otras las circunstancias con las que se encontró el director Samuel Córdoba tras sentirse inspirado por las fotos, y tal hecho lo testifica Tumaco Pacífico presentando una serie de crónicas que revelan las dificultades que padece una población en su debate entre la sobrevivencia y la conservación de su cultura, ignorada bajo el velo tramposo de la pobreza.

Un detalle de admirar y que a su vez desmiente la respuesta de Córdoba, es el hilo conductor de la película: entrevistas a varios de los habitantes, Carmen Julia, doña Eduarda y don Carlos, relatan las historias de sus vidas compartiendo sus más intensas reflexiones; sin embargo, lamentablemente para Córdoba cada una de estas declaraciones marcan una pauta sobre la dirección que el director –valga la redundancia– quiere para el documental: es decir, el sólo hecho de haber interpelado a cada uno de estos testigos, politiza el ejercicio irremediablemente. Por otro lado, sumido en la hoy en día tan glorificada retórica del ‘arte de hacer realidad’, Samuel Córdoba logra conducir al espectador hacia profundidades desconocidas sólo en apariencia, y las preguntas formuladas parecen carecer de novedad crítica.

De esta manera, Tumaco Pacífico se ubica en una posición política no desarrollada y, consecuentemente, pasa a formar parte de ese espacio de reiteración en que se encuentra inmerso el arte colombiano, el cual carece del retorno y la superposición adecuados para generar un volumen y otorgarle al problema la densidad que requiere.

2 comentarios:

Paola Morales Escobar dijo...

Carolina, creería que no todo producto conematográfico tiene que ser crítico...

tulipes14 dijo...

ojalá los colombianos conocieran de verdad esta realidad..creo, al contrario de lo que Ud afirma de forma perentoria,más bien ignorada intencionadamente
P. Le Lann