domingo, noviembre 09, 2008

La abominable desolación

Un intento por responder a los porqués de un crimen atroz, resulta en un equívoco lamentable; esta oportunidad tenemos a Elephant como ejemplo. Tal vez se deba a que el mecanismo mental del psicópata funcione no por analogía, sino por síntesis, es claramente una lógica distinta que requiere de preguntas distintas. El psicópata en vez de revisar los porqués, estudia los cómos; entonces primero, ¿qué tipo de delito se cometió?, y luego, ¿cómo fue ejecutado? Ahora bien, la intención aquí no es de tipo resolutivo, sino reflexivo. La decisión tomada por Alex y Eric de poner la mano sobre otros antes de ponerla sobre sí mismos es crucial, pues en el acto de quitar la vida se encuentra un ejercicio de poder y, por ende, de coacción. Con la masacre, los jóvenes hacen temblar al sistema; con sus suicidios, quiebran los mecanismos de control.

Los Estados Unidos –como escribiría Octavio Paz– es un país optimista, crédulo, alegre, activo, humorístico, que en medio de su fe en el progreso quiere comprenderlo todo y, para lograrlo, en vez de mentir, sustituye la siempre desagradable verdad verdadera por una verdad social; el mundo para él es sólo algo que puede perfeccionarse, un objeto, una máquina. Alex y Eric lo que logran, entre otras cosas, es rajar la frigidez racional primermundista, y que por esa herida abierta irrumpa nuevamente el caos primigenio, el estado antiguo de la existencia.
Aquel final desastroso impúdicamente confirma y afirma la represión a pesar de un lugar perfecto y libre, y "la idea de destruirnos, la multiplicidad de los medios para conseguirlo, su facilidad y proximidad nos alegran y nos espantan; pues no hay nada más sencillo y más terrible que el acto por el cual decidimos irrevocablemente sobre nosotros mismos."(1)
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(1) Cioran, E.M.. Breviario de podredumbre. España: Editorial Santillana; 1997. Página 91.

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