miércoles, noviembre 05, 2008

American Psycho: ¿Psycho de piscópata o de psicótico?

¿Quién es Patrick Bateman si no un niño consentido cuyos caprichos terminan por extrapolarse al nivel del macabro juego entre la vida y la muerte? El insaciable deseo de Bateman por sentirse satisfecho trastabilla en el límite; cada detalle en su mundo parece innecesario –incluida su vida misma– y, sobretodo, insuficiente; esta cuestión Bateman la aclara cuando su novia Evelyn Williams le pregunta por qué no renuncia a su cargo en Pierce&Pierce, empresa que le pertenece casi enteramente a su padre: “Porque quiero encajar” es la sola frase que pronuncia con rabia contenida y arrastrando las palabras.

Esta respuesta muestra que, a pesar de su extrema condición anti-social, Patrick añora la aceptación y admiración de sus iguales, pues sin la aprobación ajena, su existencia carecería de sentido. Asimismo, debido a que no tiene necesidad
por lo menos a nivel financierode trabajar, él es supremo en su propio mundo; no obstante estas ventajas, la envidia que continuamente siente Bateman de sus colegas parece crecer de forma desmesurada.

A lo largo del filme, el joven yuppie enuncia varios discursos, y una de los primeros incluye aseveraciones como la siguiente: “Existe la concepción de un Patrick Bateman, una especie de idea general, pero no es mi yo verdadero. Sólo un ente, algo ficticio. Y aunque pueda ocultar mi mirada fría y puedan estrechar mi mano y sentir mi piel e incluso quizá puedan percibir que nuestros estilos de vida son semejantes, yo, simplemente, no estoy ahí.”. Bateman aparenta ser un hombre de juventud refinada, inteligente, pensativo; pero, al contrario de su personaje, él tortura deliberadamente a cualquier persona hasta llevarla a la muerte, para con sus cadáveres practicar la necrofilia y la necrofagia.

Si dicha percepción fragmentada a la que se refiere Bateman se interpreta literalmente, podría llegarse a la conclusión de que el hombre realmente sufre de psicosis, término genérico para un estado mental alterado que involucra una ‘pérdida de contacto con la realidad’, desembocando en alucinaciones y creencias ilusorias patológicas. Pero algo en el desenlace queda vacío, pues poco a poco Patrick se va enterando de la irrealidad de sus asesinatos y de su conducta psicópata, y el momento en que ‘confiesa’ su culpabilidad por el homicidio de Paul Allen, otro empleado de Pierce&Pierce, lo convierte en el hazmerreír de su ‘confesor’; en ese momento Bateman nota el patetismo de su situación: “No hay más fronteras que cruzar. Lo único que tengo en común con lo incontrolable y lo demente, con lo depravado y con lo malévolo, con todo el caos que he causado y mi total indiferencia ante esto ya lo dejé muy atrás. Mi dolor es constante y fuerte, y no espero que el mundo sea mejor para nadie. De hecho quiero hacerle sentir mi dolor a otros. No quiero que nadie escape. Pero incluso habiéndolo admitido, no hay catarsis alguna. Sigo escapando de mi castigo y no logro conocerme mejor a mí mismo. Mi narración no da como frutos nuevos conocimientos. Esta confesión no ha significado nada.”. Tal vez el verdadero conflicto reside en que de hecho no hay manera para que Bateman escape de sus crímenes, desde que sea dudoso que alguna vez lo atrapen.

1 comentario:

P. Bateman dijo...

Aparte de algún que otro pequeño detalle incorrecto (la confesión final se la hace a su abogado, no a un empleado de P&P), te olvidas de algo FUNDAMENTAL: todos los asesinatos ocurrieron en la mente de Patrick Bateman, no fueron reales.

Hay muchas pistas en la película que nos indican que los asesinatos no se cometieron realmente, aparte del último monólogo de Bateman.

No sé si es el lugar para entrar a fondo en la cuestión, pero no importa discutir el tema donde sea de forma pormenorizada.