domingo, agosto 03, 2008

Describa la acción de lavarse las manos

1. (Por favor no olvide olvidarse de emplear metáforas, metonimias, analogías y demás licencias; asimismo no olvide olvidarse de cuán trágica es su estúpida vida o de cómo quedó el tapete luego de que usted soltara ese vulgar cuchillo de cocina)

Abro el grifo, dejando correr el agua algunos segundos. Meto las manos y las froto con firmeza -entre los dedos y las uñas, las palmas y el dorso- mojándolas totalmente; cojo el jabón que se encuentra a pocos centímetros a la izquierda del grifo, pesa un poco y se resbala, lo miro minuciosa y detenidamente, palpando toda la superficie en busca de cualquier rugosidad sospechosa o señal de contaminación, mientras dejo un momento que el agua caiga en abundancia le doy varias vueltas esperando a que la inmundicia emerja; se produce una leve espuma que dejo expandir -por entre los dedos y uñas, las palmas y el dorso- y cuando las burbujas han desaparecido, me froto las manos hasta enjabonarlas completas, para, una vez fuera de la corriente y ahora humedecidas y enjabonadas, continuarlas frotando durante al menos veinte segundos antes de enjuagar a profundidad y luego secar -entre los dedos y las uñas, las palmas y el dorso- con una toalla limpia o desechable. Luego de secarme, uso una toalla de papel para cerrar el grifo y abrir la puerta de salida.

2. (Ahora, elija un detalle de la descripción anterior y a su vez descríbalo, por favor no olvide seguir las mismas pautas)

Detalle: la fricción (un nombre ingenuamente se ha escrito con tinta negra en el dorso de la mano izquierda)

Mientras dejo un momento que el agua caiga en abundancia sobre el jabón, le doy varias vueltas esperando a que la inmundicia emerja; el agarre de la pinza ejerce tanta presión sobre su resbalosa superficie que me hace doler las articulaciones. Sosteniéndolo sobre el dorso de la mano izquierda comienzo a friccionar suavemente, primero hacia abajo, luego hacia arriba; la espuma, que dejo expandir por entre los dedos y uñas, las palmas y el dorso, se va oscureciendo y lo va manchando; en contacto con mi piel, uno de sus bordes se torna gris, y ésta se enrojece a medida que voy aumentando la velocidad y la violencia. El agua cae ya sucia sobre el mármol blanco de la cuneta y deja hilos negros que luego debo fregar con el jabón para quitar.

3. (Ahora metarforice el detalle anterior, es decir, remítalo a otro lugar ultilizando su silencio para construir lo que está ausente)

Siento un objeto curvo que se precipita, inundado por el fragor de un líquido helado; mis manos sólo yacen mudas y avergonzadas bajo el cielo derruido, y se limitan a temblar esperando una sacudida. Es entonces cuando las golpea una dureza hueca que comienza a arrastrarse sobre su dorso desnudo, de arriba abajo la fiereza del movimiento las rasguña, desollándose a sí misma en su insistencia.

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